lunes, 13 de abril de 2009

Entrega Nº 12: LA VERDAD ES LA VERDAD..., Y NO HAY MÁS!

Queridos amigos.
El verdadero amor es la más bella locura, y muchas veces, aparenta una enorme incoherencia. Bendita incoherencia la que nos mueve hacia la verdad más sentida y menos comprendida, como lo puede ser entregar nuestra propia vida a un camino superior, antes que al camino de lo establecido como lo permitido o lo lógico.

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Cuántas veces me he preguntado qué estoy haciendo, a dónde voy o qué quiero de la vida, y la única respuesta que puedo darme, una que valga, no es ni una palabra ni un concepto, sólo es un sentir al que me entrego a veces en llanto y otras en tranquilidad…, sólo sé que es una respuesta sentida que debo seguir, un sentir al que no me puedo negar, un amor más allá de lo explicable, una fuerza que es capaz de mover todo. Es la fuerza de un amor que me dice que debo buscar mi vida, imaginarla y crearla, antes que dejar que sólo suceda. Es algo a lo que si me niego me mata por dentro, asfixiándome. Es un amor que trasciende toda razón y toda forma conocida, y que incluso me mueve a la renuncia, y al permanente cambio de mi mismo porque los pasos que quiero dar, los que el corazón me señala, así lo requieren para trazar un destino mágico y espléndido para todos. Así lo quise, es lo que quiso escuchar mi alma.

A veces en el camino de recordar la verdad se siente dolor.Oh dolor! cómo nos enseñas a descubrirnos poetas, magos y guerreros, dispuestos al amor y a la verdad, a la fuerza y a la voluntad, a la creación, a la valentía y a la libertad.

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Les hablo de la verdad que habita en el corazón, aquella que no encontraremos a menos que nos entreguemos sin miedo a nuestro sentir más vital, más puro…, ese sentir que nos dio vida y que nos invitó a venir a transitar esta ruta nunca antes transitada en la Tierra. La ruta del amor fuerte y empoderado, certero, y sin un referente más que la paz que nos conecta con el palpitar de la tierra y nos comunica el siguiente paso a dar, que insisto, nunca antes se ha dado.

La verdad, esta verdad a reconocer, ni siquiera se refiere a la que nuestro hermano Jesús pudo predicar. No son sus palabras ni lo que escrito está sobre su vida y su obra. Sino que se trata de la verdad que siente nuestro corazón al recordar su nombre y recordar su entrega. Nada más! Nada más que eso se requiere para caminar libres. Porque precisamente ese era el mensaje de nuestro hermano, la libertad de espíritu, de corazón y de mente. Pero la propia libertad, no la que pretenden hacernos creer todavía los espíritus miedosos que gobiernan la espiritualidad y los corazones de la mayoría en este planeta. La libertad que reside en la verdad es más que un rezo o un dogma, es mucho más que la conexión que nos ofrecen las religiones absurdas que aún creen en el poder de unos sobre otros y en el sometimiento a un Dios que pretenden conocer más nadie. Ya sabemos que no es esa la verdad, entonces rompamos esas cadenas, que aunque las podamos entender aún nos gobiernan en nuestros actos cotidianos; desde cómo debemos comportarnos ante la sociedad hasta cómo nos visualizamos a nosotros mismos en nuestra intimidad. Aún creemos que nos falta algo, y en este punto, no vale nada más que nuestra propia honestidad. Reconocernos en esta miseria de espíritu para renacer en nuestra Luz, que no es otra que la propia verdad más grande y única que vibra en Todo lo que Es.

La libertad que reside en la verdad, aquella que el mismo Jesús vivió en carne propia, no es el espejo del débil, sino de la fortaleza de un Dios; esta verdad no refleja la duda sino la sabiduría de un alma que comienza a recordar quien en verdad es; no es la imagen de la lástima por uno mismo o por los demás, sino del amor incondicional que nos dice que todo ser que pisa esta tierra tiene el derecho a ser feliz y digno en su condición divina; esta verdad no representa la fealdad ni la maldad que creemos tener en nuestro interior –honestidad, mi amigo-, sino que representa aquel bello ojo que ve más allá de la ilusión y comprende la belleza de todo acto humano, donde el error no es más que experiencia de un alma libre y apasionada, y no el camino equivocado de un alma descarriada…

La verdad que reside en nuestros poros, pero que aún debe ser recordada, es de quienes se atreven a amarse tan profundamente como si abrazaran a un ángel…, como si abrazaran a un demonio.

Mis amigos queridos, no hay más que la verdad, no hay más que tu reencuentro, no hay más que el viento que sopla en tu cara, no hay más que el agua que moja tus pies, no hay más que el sabor de un alimento, no hay más que la sal de tu sudor, no hay más que el llanto en tus mejillas, no hay más que el honor de ser quien eres, tranquilo, con certezas y feliz. No hay más que el camino de encuentro de la libertad que reside en la verdad, no hay más que el ejemplo de una vida ofrecida al amor universal. Y no te quedes en las palabras que estás viendo, cómetelas como sensaciones de pureza. No hay más que la ruta de desaciertos y caídas para encontrar la verdad. No hay más que el grito de dolor antes de ver la luz que brilla en tu interior…, qué maravillosa experiencia es esta vida de altos y bajos, de luces y sombras, porque en ella podremos entender que morir en el amor es la vida completa, y que la vida concertada es la muerte inconsciente. No más!

Desde mi corazón te digo mi amigo que este es mi sueño despierto:
Que la libertad que reside en la verdad será un total salto al vacío, sin temor a que suene tu caída, sin miedo a molestar a quien duerme todavía.

Que tus pasos sonarán firmes en la tierra y serán escuchados en todas partes. De eso se trata, de APARECER A LA VIDA, de que tu existencia resuene en los oídos y corazones de todos los demás que aún no escuchan.

Que tus pisadas remecerán el suelo de quienes no se atreven aún a caminar, para que comiencen a dar sus propios pasos.

Que el sudor que brotará de tu movimiento en libertad, mojará los rostros y los cuerpos de toda la humanidad para despertarla.

Que tu camino será único y soberano, en automaestría, porque tu corazón es libre…, tendrás el valor de escucharlo, esa es tu única misión. Y gritarás, gritarás como nunca tu libertad que es tu derecho divino a algo más sublime. No más miedo a vivir, ya morirás a ese temor.

Mi buen amigo, la verdad es la verdad…, y no hay más! Y es toda tuya.
Con amor.
Yo Soy Roberto.

Por Roberto Cabrera Olea / 13 de abril de 2009 / Chileno en Buenos Aires.
www.automaestria.ning.com

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